AMANDA ESPINEL
Nací en Jerez de la Frontera y eso ha determinado definitivamente mi manera de acercarme al arte. Me formé en Ballet Clásico, Danza Española y Flamenco desde muy temprana edad. Estudié Biología en la Universidad de Granada. Viví en Alemania y México y actualmente resido en Madrid. He ido complementando mis estudios con conocimientos en Educación Emocional, Antropología Audiovisual y Edición, Marketing Digital y Creación de contenido Multimedia.
Por qué existe el arte debería ser una pregunta retórica,
de la cuál no esperamos respuesta.
En la tradición budista zen, las preguntas cuya función no es alcanzar una respuesta sino provocar el colapso de la mente racional son llamadas koan. El proceso creativo, a nivel mental, es muy parecido a lo que ocurre cuando nos enfrentamos a una pregunta retórica o koan: nos posicionamos en un estado mental desprovisto de estructuras de control, que no cosifica ni clasifica. Una conciencia a-conceptual que experimenta la realidad interior y la exterior como la misma cosa. El proceso creativo sería algo así como una fractura en ese muro que separa lo uno de lo otro, el yo del ello, el ego de la otreidad.
Pero el arte es una institución que va más allá del proceso creativo. Ha tomado diversas formas y funciones. La pregunta adecuada sería entonces ¿para qué sirven los productos que obtenemos del proceso creativo?
La principal función del arte tiene que ver con la
expresión de las emociones.
El artista busca emocionar y el espectador
quiere ser emocionado.