top of page

UNA TEORÍA DEL CAOS

Actualizado: 24 abr 2020

He descubierto que puedo lograr que pasen las cosas que pienso. También he descubierto que todos pueden hacerlo. En base a este paradigma está construida la siguiente historia.




Prólogo

La vida humana tiende al caos y no hay manera de evitarlo. Me pregunto si no será que la mente humana tiende al caos y no conocemos ninguna manera de evitarlo. Mi mente tiende al caos. Eso puedo asegurarlo. Cada vez que la observo me doy cuenta de cómo lo hace. Frente a cualquier evento, idea o pensamiento discurre compulsivamente en busca de una lógica, un sentido o una explicación. Todo lo que experimentamos necesariamente es convertido en un drama (el término drama se relaciona etimológicamente con los conceptos: obra, hazaña, actuar, efectuar, trabajar). Todo lo que experimentamos lo convertimos en un yo hago. El yo genera la acción. Quisiera ser un verbo. Y se ha identificado tanto con ello que ha perdido la perspectiva de que es un pronombre; “que se determina en relación con otras palabras”. YO puede significar muchas cosas. Cada uno de nosotros se definiría como yo.


Si lo piensas mucho mon jamón ja mon ja mon ja mojamojamoja món.


Capítulo 1 ¿Te has dado cuenta?


A veces, la mente se para, como el ruido de un frigorífico, del que sólo te diste cuenta cuando dejó de sonar. Volviendo al drama. Pareciera que más bien la mente se esfuerza por generar un orden. Un sentido. Un significado. Se resiste al caos. Le teme al caos. Y le teme por la simple y sencilla razón de que cree en la existencia del caos. Cree en la vida como cree en la muerte. En Dios como en Satán. El caos es su drama y hará todo lo posible para darle una explicación, un sentido, un orden. Cuanto más tiempo persista, más tiempo habrá para encontrar respuestas. Aparecerán más preguntas. Y si lo piensas mucho te preguntas ¿qué fue antes el huevo o la gallina?


La teoría del caos explica que el resultado de algo depende de distintas variables y que es imposible de predecir. Si lo único para lo que el YO se hace presente es para predecir, es normal que le dé mucho miedo cualquier circunstancia que pueda impedírselo. He aquí el conflicto de este drama. A la impredecible dependencia entre distintas variables la hemos llamado caos. Satán tomó su nombre, como Mahakala, Seth o Quetzalcoatl. Todos representan la idea de que en este mundo existen el bien y el mal, como el sol y la luna, de manera correlativa y absolutamente interdependiente. El YO sólo tiene un mecanismo de acceso y procesamiento de la realidad. La dualidad. Su idioma está escrito en un lenguaje binario de 0s y 1s, sí y no, día y noche, bien y mal, yo o…


La realidad, que por ontología no tiene antagónico, nunca se percibe desde la neutralidad conceptual. Siempre hay un concepto que filtra la experiencia. Lo que es se define por lo que no es. Lo que no es, se limita por lo que es. Y esa cadena de clasificaciones, decisiones y juicios, provoca la proyección temporal del YO, es decir, lo hace existir. Si sólo tenemos dos valores para designar categorías de realidad, la probabilidad de equivocación asciende hasta el 50%. Cabe la posibilidad de que hayamos basado nuestra cosmovisión en un concepto equivocadamente clasificado en una de las dos opciones.


Capítulo 2. Una cuestión de perspectiva.


El tiempo es la magnitud física que “permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, futuro y un tercer conjunto de eventos ni pasados ni futuros respecto a otro”. Imagino que ese tercer conjunto será el presente. Nuestra idolatría futurista nos mantiene dispersados. El presente es el punto de intersección entre la memoria y la creatividad. Con la primera nos recreamos. Con la segunda creamos. Pero todo ocurre desde la misma y única posición posible: el presente. La acción del presente es la intuición. La intuición es el talón de Aquiles de nuestro YO. La intuición es tratar de acercarse a la realidad transgrediendo el filtro racional del YO. La razón dualiza la experiencia. La encauza para contener la impredecible dependencia entre las variables. El caos existe en cuanto y tanto creemos que la profunda dimensión de la mente, y la realidad, que todavía no conocemos es peligrosa. Mi punto tampoco es pensar que nuestra laguna metafísica es un paraíso de agua celeste cristalina. Lo que trato de decir es que acceder a ese mundo supone modificar el lenguaje de programación binario.


El YO en su afán de sobrevivir, alarga su drama en el tiempo, añadiendo más y más elementos a la historia, que al contrario de generar un orden contra el supuesto caos que le acecha, lo acrecenta y le otorga una forma de falsa realidad con la que nos identificamos (de un modo u otro). Nuestro YO culpa a la realidad del caos que lo gobierna. Su ineptitud para gestionar lo impredecible se transforma en miedo. Y el miedo lucha contra cualquier cosa como si de un monstruo amenazador se tratase. Nacemos con miedos impuestos y los heredamos generación tras generación, haciendo girar la rueda del Karma interminablemente.


El Khaos se definió como una masa de materia sin forma. La forma es aquello que determina que la materia sea algo. Por lo tanto la materia por sí misma no tiene forma. Si seguimos estancados en las formas, difícilmente llegaremos a toparnos con la materia. Recientemente nuestra sociedad está visibilizando un número creciente de formas posibles. Podemos cada vez más entender que entre el día y la noche lo que ocurre todo el rato es un atardecer. Pero nuestra mente sigue insistiendo en aislar los eventos, para nombrarlos y clasificarlos. Sólo cuando el Sol está a punto de desaparecer tras el horizonte, sólo cuando tomamos consciencia de que el ruido se ha parado y de que el tiempo se acaba, sólo cuando traemos nuestra atención al momento que estamos percibiendo, entendemos que el día empezó en el mismo momento en que inició su desenlace. El drama contiene en su génesis la propia conclusión.

Capítulo 3. Hay vida después del drama.


Y seguirá habiéndola tras la muerte.


La rueda de energía mental que origina al YO, es llamada Karma. Las probabilidades de futuro están determinadas por las posibilidades del presente, que fueron creadas por causas del pasado. Esto lo entendemos todos. Entenderlo es un avance muy importante. Pero admitirlo, no es el único paso para dejarlo. Necesitamos hacer mucho más. Esforzarnos más. Aprender más. Explorar más. Entender más. #%$&/?¿¿?¿*!!!!!!!!!! O podemos simplemente cambiar un hábito. La simpleza no implica siempre facilidad. Simple es:

Debemos cambiar el hábito del hacer por el de fluir. El fluir es ser en sintonía con lo que nos rodea. Fluir no es dejarse llevar de una forma pasiva, dejar la vida al son del destino. El fluir está relacionado con la intuición, e intuir es un estado mental activo, dinámico y creativo. Es ser capaz de compilar el conocimiento que ya tenemos acumulado, con la capacidad de crear nuevas posibilidades. Fluir es la absoluta presencia del ser. No es sólo caos lo que nos rodea. También hay cosmos. Y juntos son parte de una misma realidad esencial, potencialmente infinita e inherentemente vacua.


Al pensar que lo que nos ocurre es caótico o adverso, le estamos dando cabida a esa posibilidad. Podemos esforzarnos en pensar que lo que nos ocurre es maravillo. Pero en algún punto, nuestra mente se agotará, se distraerá y penduleará neuróticamente entre ambos extremos, por la sencilla razón de que no estamos solucionando el conflicto original.

Capítulo 4. El pecado original.


La humanidad está cautiva. Atrapada. Ese es el enigma que debemos resolver. Estamos apresados entre el 0 y el 1. El Karma no es una predestinación diseñada por Dios. El Karma es un concepto que prescinde del dios para definirse y responsabiliza al ser individual de todas sus acciones y consecuencias. Para entender al Karma (existen conceptos similares en las tradiciones occidentales como el libre albedrío u otros, vagamente explorados y tachados de herejía por la tradición judeocristiana dominante), tenemos que concebir al ser más allá de las formas corporales presentes, debemos visualizar la materia sin forma, el supuesto caos que somos todos. Debemos entender que, en el universo fractal en el que vivimos, entre el 0 y el 1 puede existir el infinito. Y quizás eso, de momento, no podamos entenderlo todos.


Imagen extraída de Wikipedia


Ahora es cuando aparece la heroína del cuento. Empezamos a resolver el nudo. Asumir nuestra ineptitud para gestionar lo impredecible es un avance. Esta ineptitud no es invariable. Podemos cambiarla. Y no pasa por nuestro nivel de inteligencia. Se trata simplemente de que probablemente estemos usando un lenguaje binario que nos limita la experiencia de la realidad. La reduce hasta el punto de generar la desorientación y confusión que usualmente acompaña a la experiencia del vivir. A esto podemos llamarle ignorancia. Ignoramos la verdad última de la realidad. Ignoramos la ineficacia de nuestro sistema de procesamiento de la información. Ignoramos que todo lo que deducimos a partir de un método erróneo, es erróneo por definición. E ignoramos, sobre todas las cosas, que esto es únicamente responsabilidad nuestra. Cuidado con no atribuir a la responsabilidad lo que es competencia de la culpa. No es culpa nuestra ignorarlo, pero en el momento en el que esta verdad se nos manifiesta, es sólo nuestra responsabilidad hacer algo para cambiarlo.


Quiero decir que una vez que leas esto, pasa a ser tu responsabilidad creer o no creer en los argumentos, es tú responsabilidad cuestionarlos, aplicarlos y cambiar, en el caso de que esa sea tu conclusión, ciertos hábitos mentales. Como también lo es decidir que todo esto te parece una profunda idiotez. En cualquier caso, y no podría argumentarse nada en contra, seguimos siendo nosotros los que asumimos darle el valor 1 o 0 a la información que recibimos. No hay Dios que exista sin que nosotros creamos en él. No hay drama sin conflicto. Ni paz sin sabiduría. Admitamos que aun nos queda mucho por saber. Aceptemos al caos y al cosmos como partes de una misma cosa. Asumamos lo impredecible de la realidad y abandonemos el miedo a sumirnos en la incertidumbre.


Capítulo 5. El karma es más fuerte que la doctrina.


La eternidad no existe. Incluso la incertidumbre tiene un final. Pero la continuidad de repeticiones puede hacer parecer que un momento sea infinito. Antes de que tu mente dispare el incontrolable impulso de encontrarle un sentido, un significado y un orden a todo, trata de pararte a vivir, sin intervenir, la vida tal como es. La realidad no es un objeto. La realidad es un proceso continuo, así como lo es el YO. Aceptar que nunca podremos concluir definitivamente nada es incluir al caos en nuestra visión del mundo y de la mente. Es sabernos vulnerables. Y esto implica una fuerte valentía, responsabilidad, y finalmente, sabiduría que todos los seres humanos tenemos la potencialidad de adquirir. Trascender la dualidad del YO nos asusta, porque nos dimensiona frente a una realidad desconocida y poco certera. Pero ese miedo ya lo conocemos, lo experimentamos diariamente, y lo superamos, avanzando, dando el paso que tanto nos aterra. El miedo se manifiesta, lo enfrentamos y se va. Ya sabemos que somos capaces de hacer eso. No dejemos de hacerlo nunca. Sigamos avanzando. Sigamos aquí, atentos, y preparados para interpretar los dramas de la vida. En eso consiste vivir.


Fin.

55 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page